Transcripción:
¿Qué es el surrealismo?
¿Qué es el surrealismo?
El surrealismo es heredero del dadaísmo y, aunque carece de su radicalismo, conserva su rechazo al punto de vista racional y científico que había caracterizado al mundo moderno y también al arte moderno. Conserva su defensa de la libertad plena en el proceso creador, y en este sentido, resultaron determinantes en su formación los descubrimientos de Sigmund Freud sobre el subconsciente, desarrollados precisamente en aquellos años de consolidación del grupo surrealista. El psicoanálisis venía a demostrar que solo actuamos verdaderamente libres cuando liberamos la mente, cuando abandonamos la conciencia y la razón, es decir, durante el sueño o en la vigilia, cuando liberamos el subconsciente. El proceso creador sigue este mismo camino y se trata por ello de generar la obra artística a través del subconsciente, bien por medio de la creación automática o bien estimulando nuestra fantasía desde el mundo de los sueños, prodigando así un arte de imágenes oníricas y de imaginación y fantasía desbordante, que recrea así un entorno ajeno a la realidad consciente, pero lleno de signos y referencias de nuestro yo interior. El surrealismo, por tanto, propugna la libertad creadora, pero además procura la liberación de las miserias de nuestra personalidad, tal y como hace el psicoanálisis, convirtiéndose en una terapia que permite enfrentarnos a nuestras obsesiones y angustias, reprimidas siempre desde el consciente. Podría pensarse que, por ello mismo, es un arte que coincide con el expresionismo, pero nada más lejos. No solo son muy diferentes sus soluciones plásticas, sino que la liberación del yo se produce desde la fantasía que generan los sueños, y no desde la transformación grotesca de la realidad.
El grupo nace alrededor de la figura de André Breton, que llega a defender en el Manifiesto surrealista de 1924 el automatismo psíquico puro, que permite expresar el interior de la mente en ausencia de cualquier control ejercido por la razón, y al margen de cualquier preocupación estética o moral.
Ciertamente, en otros momentos de la historia de la pintura ya se habían manifestado tendencias similares, en las que la imaginación y la fantasía nos trasladaban en sus cuadros a un mundo irracional. Es el caso de El Bosco, Arcimboldo y, desde luego, Goya, que en la serie de grabados de Los disparates, recurre incluso al ámbito subconsciente. Ahora se trata de un grupo organizado y con un criterio creador común, con un manifiesto y con un anhelo innovador y experimental. Por todo ello debemos considerar al surrealismo una vanguardia artística, un estilo artístico cuyo nombre lo propondría el poeta Apollinaire, a partir de la idea de que se trata de plasmar un mundo subrreal, pues es una realidad que se esconde más allá de nuestra conciencia y carece de nuestras convenciones.
Son pintores surrealistas: Giorgio di Chirico, René Magritte, Yves Tanguy, Max Ernst, Joan Miró y Salvador Dalí. En todos ellos coincide su relación más o menos distante al manifiesto surrealista de Breton, y también en su plasmación de un mundo de imágenes oníricas o subconscientes, si bien cada uno desarrollará un arte personal de características plásticas muy diferentes e incluso de objetivos artísticos igualmente distantes. Aunque eso sí, se recupera la pintura figurativa, el protagonismo del dibujo en casi todos los casos.
El surrealismo se amplió a otras formas de expresión artística, y no solo a la pictórica. Podemos hablar de una escultura surrealista. Así, la obra de Hans Arp o del español Alberto Sánchez. E incluso debe hablarse también de un cine surrealista, que encuentra en las primeras películas de Luis Buñuel a uno de los autores que mejor ha sabido interpretar el universo surreal en la obra de arte.
El surrealismo es heredero del dadaísmo y, aunque carece de su radicalismo, conserva su rechazo al punto de vista racional y científico que había caracterizado al mundo moderno y también al arte moderno. Conserva su defensa de la libertad plena en el proceso creador, y en este sentido, resultaron determinantes en su formación los descubrimientos de Sigmund Freud sobre el subconsciente, desarrollados precisamente en aquellos años de consolidación del grupo surrealista. El psicoanálisis venía a demostrar que solo actuamos verdaderamente libres cuando liberamos la mente, cuando abandonamos la conciencia y la razón, es decir, durante el sueño o en la vigilia, cuando liberamos el subconsciente. El proceso creador sigue este mismo camino y se trata por ello de generar la obra artística a través del subconsciente, bien por medio de la creación automática o bien estimulando nuestra fantasía desde el mundo de los sueños, prodigando así un arte de imágenes oníricas y de imaginación y fantasía desbordante, que recrea así un entorno ajeno a la realidad consciente, pero lleno de signos y referencias de nuestro yo interior. El surrealismo, por tanto, propugna la libertad creadora, pero además procura la liberación de las miserias de nuestra personalidad, tal y como hace el psicoanálisis, convirtiéndose en una terapia que permite enfrentarnos a nuestras obsesiones y angustias, reprimidas siempre desde el consciente. Podría pensarse que, por ello mismo, es un arte que coincide con el expresionismo, pero nada más lejos. No solo son muy diferentes sus soluciones plásticas, sino que la liberación del yo se produce desde la fantasía que generan los sueños, y no desde la transformación grotesca de la realidad.
El grupo nace alrededor de la figura de André Breton, que llega a defender en el Manifiesto surrealista de 1924 el automatismo psíquico puro, que permite expresar el interior de la mente en ausencia de cualquier control ejercido por la razón, y al margen de cualquier preocupación estética o moral.
Ciertamente, en otros momentos de la historia de la pintura ya se habían manifestado tendencias similares, en las que la imaginación y la fantasía nos trasladaban en sus cuadros a un mundo irracional. Es el caso de El Bosco, Arcimboldo y, desde luego, Goya, que en la serie de grabados de Los disparates, recurre incluso al ámbito subconsciente. Ahora se trata de un grupo organizado y con un criterio creador común, con un manifiesto y con un anhelo innovador y experimental. Por todo ello debemos considerar al surrealismo una vanguardia artística, un estilo artístico cuyo nombre lo propondría el poeta Apollinaire, a partir de la idea de que se trata de plasmar un mundo subrreal, pues es una realidad que se esconde más allá de nuestra conciencia y carece de nuestras convenciones.
Son pintores surrealistas: Giorgio di Chirico, René Magritte, Yves Tanguy, Max Ernst, Joan Miró y Salvador Dalí. En todos ellos coincide su relación más o menos distante al manifiesto surrealista de Breton, y también en su plasmación de un mundo de imágenes oníricas o subconscientes, si bien cada uno desarrollará un arte personal de características plásticas muy diferentes e incluso de objetivos artísticos igualmente distantes. Aunque eso sí, se recupera la pintura figurativa, el protagonismo del dibujo en casi todos los casos.
El surrealismo se amplió a otras formas de expresión artística, y no solo a la pictórica. Podemos hablar de una escultura surrealista. Así, la obra de Hans Arp o del español Alberto Sánchez. E incluso debe hablarse también de un cine surrealista, que encuentra en las primeras películas de Luis Buñuel a uno de los autores que mejor ha sabido interpretar el universo surreal en la obra de arte.